
Uno más en vagón de cola,
los demonios andan sueltos en la madrugada.
Entre el vaho que destila la noche,
esta fiebre supura sombras inquietantes.
Retuerces en mi abrazo tu oscura melena.
La sombra de tu mirada ebria
acaricia algún rincón de mi delirio.
Cuando el vagón escupa su carga,
seguirás ahí, columpiándote en mi abismo,
telaraña de soledad y apego
Aún pareces susurrarme:
Por nuestros días felices