Desenganchado y rotos sus hilos,
recostado entre escombros,
el dolor del golpe lo que mantenía despierto al títere.
Tal vez cerrado, tal vez oscuro el antro,
pero libre al fin para moverse,
vio otros hilos agitarse, seguir un rastro de luz.
Le estaba marcando la salida
de aquel guiñol de promesas y mentiras.