Hubo entonces un silencio antes de Jonah, el hermano perdido. Lo hubo antes de Udine, el amor perdido. Hay ahora un silencio denso, inquebrantable. ¿Y qué queda por perder? Te preguntas con acierto. La respuesta lleva implícito su nombre: Paris Duserm, parada final de una odisea épica. Última máscara de incontables réplicas, cada una de ellas más elaborada y depurada que la anterior. Cuando el Paris que conocemos caiga entre sus escombros como un cascarón reseco y quebrado, de sus restos se levantará el súmmum de todas sus versiones.