3. Buscando el tono: los objetos

Un colega escritor dijo que Duermevela tiene un tono. Un nuevo concepto que no había considerado a la hora de escribir, al menos, conscientemente. y sin embargo, está ahí, entre líneas y párrafos, impregnando el texto, la trama y a los personajes. Por mi formación artística, pienso en un tono en términos cromáticos. Imagino un azul, que puede ser añil, o azul marino. Lapislázuli: azul de azules. El tono es como un color con denominación de origen, tiene suficiente carácter como para atribuirle un nombre. Tiene su propia identidad. Aunque aquí no hablamos de color, sino de tramas y personajes, de literatura. Imagina un personaje que se menciona en la novela, se habla de él, pero no está, porque se fue, o ya murió, pero el narrador nos lleva al que fuera su hogar, y vemos en su habitación sus objetos personales, y ya no es solo la naturaleza de esos objetos, que también, sino que, la forma en que están distribuidos por esa habitación, ya nos está diciendo algo sobre su personalidad. Esos objetos también tienen mellas, que pueden ser las cicatrices que el propio personaje lleva en su alma. Esos objetos están cargados de significado: nos hablan de sus inquietudes, de cómo vivía, pensaba o sentía; nos aporta incluso indicios sobre lo que pudo pasarle, sobre la intensidad del vínculo que le unía a sus seres queridos. A menudo esos objetos tienen un tono, y a través de ellos el personaje está vivo. Porque incluso aunque haya muerto, un personaje, al igual que un ser querido, nunca muere del todo, habita nuestro recuerdo, y si fue muy querido, lo evocamos cada día. Es la forma en que intentamos cubrir el vacío que deja; tratamos así que compensar su ausencia.
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