4. Buscando el tono: los lugares

Quien habla de objetos, habla también de lugares. Una plaza, un banco, un sencillo murete, son lugares con una memoria cambiante, a medida que personas o personajes, dejan en esos su huella; hasta que de nuevo, el protagonista, al pasar por allí, vierte en él sus vivencias. Son a menudo lugares a capricho del azar, o del destino. Pero no siempre. A veces, una comunidad, erige un monumento para rendir homenaje a personajes ilustres, o a héroes que dieron su vida por una causa tan noble como la libertad del pueblo. En la ciudad baja de Bérgamo, en la Piazza Mateotti, hay un monumento dedicado al partisano, al guerrillero que desde la montaña, luchó primero contra el ejército alemán, luego contra el gobierno ilegítimo del Duce. La escultura, sobre un fondo liso, nos muestra a un partisano colgado boca abajo, y a su lado una mujer, que puede ser su madre, su esposa, su hija, su hermana, que le llora. En la parte posterior, hay un texto sencillo que le rinde homenaje. Tiene un tono. Dice así:

 

 

Decía Italo Calvino en “Las ciudades invisibles”:

La ciudad no cuenta su pasado, lo contiene, como las líneas de una mano, escrito en las esquinas de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, cada        segmento surcado a su vez por arañazos, muescas, incisiones, comas.

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