4. Odisea

Y hablando de odiseas, viene a mí la figura de Ulises, y su periplo por las islas del mar Egeo. En la Odisea, Ulises y sus nautas deben enfrentarse a múltiples peligros y criaturas míticas. También a la hechicera Circe, que atrae a sus hombres con buen vino y mujeres, y los acaba convirtiendo en cerdos. Aunque lograra escapar a sus hechizos, no deja de ser una historia cruel. Pero imagina que, tras robarles la memoria, los dejara libres. Imagina a Ulises navegando a la deriva por los mares de Grecia, hasta llegar por azar a Ítaca, donde su esposa Penélope lo recibiría con los brazos abiertos, y celebrarían el feliz regreso durante tres días. Pero Ulises no recuerda quién es, y apenas recala en la isla y se va de nuevo. Es cruel olvidar hasta ese punto, y estar tan cerca del hogar, y pasar de largo.

Y quién no tuvo alguna vez un sueño, un proyecto, pero la inercia de la vida, las responsabilidades sociales, laborales, familiares, lo fueron posponiendo, hasta hacerle olvidar por completo aquel propósito. Esto también le ha ocurrido a Paris. Aunque esta misión va a ayudarle a recordar, encontrando un hilo conductor que unificará y dará sentido a sus memorias olvidadas. Hallará una salida al complicado laberinto en que había convertido su vida. Esto va a suponer que, una vez superada su cuadrícula mental, su rango de frecuencias se amplíe hasta abargar las notas más agudas de su «canción».

 

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