Presiento que volveré. Creo que al final lo haré. Aunque ya no sea el mismo, y tampoco el lugar. Pero en un rincon de esta memoria herida, guardado en un fatuo olvido, retengo lo que allí fue. Sé que al volver, lo anudado se desatará. Vivo en una maraña de apretados nudos: nido de crías desvaídas con ansias de un último vuelo.
Autor: rafa fernández castaño
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EL JARDÍN DE LOS SUEÑOS ROTOS
Salí al jardín hastiada del bullicio de la fiesta. Me acerqué a otra alma solitaria apostada como una estatua junto al roble. Creí recordar sus ojos verdes, en tiempo luminosos. Me saludó y apuró su copa con un brindis. Me presenté como Meli. Siempre es mejor que un nombre largo y triste. Refrescó mi memoria: soy Amor ¿recuerdas? Claro que lo recordaba. Asentí.
Escuchaba el rumor estridente de risas, música… toda esa farándula que habita en la superficie. Éramos convidados de piedra, pero nuestros latidos casi podían escucharse entrelazados en el silencio del jardín. Llevábamos dentro nuestra propia música, y alguna canción que muchos habrían olvidado, si es que alguna vez la conocieron.
IMPERMANENCIA
Entre sueño y sueño, frente a mi ventana, sigue prendida la luz de tu insomnio. ¿Y qué te desvela? Me pregunto. Si miro al cielo y solo veo estrellas que ya se apagaron. Si miro a la tierra, y siento aletear entre ramas el aroma tibio de nuestros ancestros. Seguro que mañana tu luz estará apagada, que otras almas nutrirán de sueños tu impermanencia.