BIENAVENTURANZA

Con un ojo escudo, y otro bahía que aflora,

eres el libro ardiente de todas esas batallas,

escritas sin otro dictado que los remolinos de tu alma.

Sin número, sin serie, solo a tí mismo te pareces.

¡Bienaventurado tú!

Único que, a pesar de los que están, eres.

 
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