1. Frecuencias

La cabeza de fósforo de una cerilla sin encender, vibra en una frecuencia en algún valor entre 450 y 750 hercios. Si estamos en una habitación a oscuras, y encendemos la cerilla, sabemos que los electrones de sus átomos ampliarán y elevarán su vibración, en el rojo vivo, hasta ocupar todo el espectro visible y generar una llama de luz blanca. Los objetos tienen una frecuencia fija salvo si son calentados o transformados por alguna reacción química.

Pero esta historia no trata sobre objetos, trata de personajes. Los humanos también tenemos, en nuestro plano mental, un rango más o menos estable de frecuencia, aunque más flexible que nuestros cuerpos, y aunque a lo largo del día podemos columpiarnos en una montaña rusa de emociones y sentimientos, hay un factor que nos frena y nos ata a un rango muy ajustado.

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