
Era un gorrión, y ya soñaba volar alto. Mis alas de ánade,
creciendo como para halcón, tomaron envergadura de águila.
Ni el orgullo ni el hambre de mejores presas,
me impulsaron a crecer.
Era la libertad, y saber que sobre mí,
solo las luminarias me contemplan.
Era la libertad y saber que bajo mí,
el vasto mundo se despliega,
y nada en él es al fin tan inquietante
que llegue a deslucir un vuelo
que hasta el viento apremia.