NADIE

Aquí, a las puertas del paraíso, me desprendo de mis pobres pertenencias, y renuncio también a ti, quimera de mis deseos, que tantas carencias me has brindado. Sobrio ante la prueba de la esfinge, su mirada me atraviesa el alma con la voz de un temido acertijo. ‒¿Quién llama a las puertas del Edén? ‒Nadie. ‒Entra pues. El destello eterno de miles de tormentas como las vividas, fulmina mis sentidos, y Nadie entra a la eternidad.

DE LEYENDA

Han pasado años, como siglos, y vuelvo a soñar una ciudad de leyenda que no existe sino en mi.  Su arquitectura muda otra vez fachadas y cubiertas imponentes, recortadas contra un marco celeste. Trato de retener en fotos lo que nunca veré de nuevo bajo ese mismo tamiz. Retengo al despertar un sentido de admiración. Venero en secreto la intangible presencia de lo que, sin advertir, he construido en mi ser y ha de perdurar, como una leyenda. Lo que es por fuera es por dentro. En la noche como en el día. Así hablan los sueños.

GERMEN

   Nace el germen de una idea, punta de lanza de un ovillo del que ir tirando sin tirar, despacio, como el tallo crece  hasta dar sombra. Nace así la trama. Al principio no son hojas en blanco, sino escenas, pensamientos nebulosos que irán definiendo la forma corpórea de un personaje y su voz: murmullo de vivencias con las que creció. Abrirá capítulos con ellas. Su sentir dará aliento a sus iguales. Nació con él su problema vital, su impreciso desenlace. Pero dejas que haga su camino, que llene páginas de un diario imaginado. Si eres fiel a ti mismo, harás del lector su  cómplice.

NUESTRA CANCIÓN

Era al principio una simple nota. Esa cadencia que a menudo me sorprendía, se fue desplegando hasta entregarme tu melodía. Con cada encuentro o recuerdo tuyo, cualquier nota mucho tiempo olvidada tiñe de emoción renovada esa vieja canción que solo por tí sé cantar y hemos hecho nuestra. Hoy la llevo conmigo. Colapsa en mí cuando estamos juntos, y en tu ausencia, mis labios la tararean sin cesar, como si al hacerlo se cruzaran con los tuyos, y todo empezara otra vez.

OMISIÓN

Una coma, una exclamación, una pregunta omitidas. Te sentaste al umbral de tu vida, y la viste pasar envuelto en un mar de dudas. Te enredó sin apenas darte cuenta. Sin apenas darte cuenta, dejaste tanto por hacer… La frase oportuna, párrafos sublimes, páginas enteras de una trama fascinante. Cuánto se perdió en el tintero, que otros escribirían para sí. Y aún aguardas los pasos de ese amor tardío para sentaros juntos a compartir el umbral de tu vida.

LA LLAMA ESCRITA

   Entrando en mi hora bruja, bullía por dentro. De hito en hito, miraba el papel de estraza. Sin tinta ni lápiz para desahogarme, tenía ansias de estallar. Los rescoldos del hogar, más tibios que mi conciencia, me verían robarles un tizón afilado y escribir resuelto. Todo fue inútil. Las palabras que me herían prendieron, y el papel ardió. Nada quedaría de aquel mensaje de ceniza. Pero en esta maldición yo saboreé una magia que me liberó. El hombre marcado, la llama escrita. Eso era yo. 

   Desde que prendiste en mí, todo lo que escribo arde, le digo a esta voz imperiosa. La mina afilada se me hace cabeza de fósforo. Huyo del papel como de un incendio. Pero saco mis aparejos a la mar y mi red se ilumina, llamando a los que despiertan. ¡Que todo arda! Esto soy: la llama escrita.