Paris habilitado: sinopsis

Toda vivencia humana está salpicada de orillas secretas, olvidadas. Pero la luz que reverbera en ellas es tan intensa…

H accede a la historia de Paris Duserm: un geólogo de misión en Meridian II, estación puente en Ganímedes, donde la multinacional Cosmo & Orbion  realiza prospecciones. Entre labores de rastreo, tras su ruptura sentimental, Paris vive una zozobra personal tan profunda y aguda como la que sufre la Humanidad en su conjunto. Espoleado por su crisis, Paris pone a prueba la misión cuando en una de sus exploraciones se adentra a solas en la zona de exclusión. La insólita experiencia que allí vive abre para él una ventana a lo desconocido.

Apartado de la misión, y aterrado por percepciones que lo acosan, víctima de un brote psicótico, Paris es internado en el hospital de la Meridian a la espera de ser devuelto a la Tierra.  Para su sorpresa, recibe in extremis la inesperada visita de la comandante asesora Nidiria, a su regreso de Saturno. Le promete la vigencia de un contrato vitalicio si acepta unirse a Orbion en una segunda misión en Titán. En el sí del geólogo, pesa, más que cualquier otro motivo, la inesperada noticia de la pérdida de su pareja. Ya nada le retiene en la Ti

1. Frecuencias

La cabeza de fósforo de una cerilla sin encender, vibra en una frecuencia en algún valor entre 450 y 750 hercios. Si estamos en una habitación a oscuras, y encendemos la cerilla, sabemos que los electrones de sus átomos ampliarán y elevarán su vibración, en el rojo vivo, hasta ocupar todo el espectro visible y generar una llama de luz blanca. Los objetos tienen una frecuencia fija salvo si son calentados o transformados por alguna reacción química.

Pero esta historia no trata sobre objetos, trata de personajes. Los humanos también tenemos, en nuestro plano mental, un rango más o menos estable de frecuencia, aunque más flexible que nuestros cuerpos, y aunque a lo largo del día podemos columpiarnos en una montaña rusa de emociones y sentimientos, hay un factor que nos frena y nos ata a un rango muy ajustado.

3. El protagonista despierta.

Esta misión espacial va a ser para Paris, como para el resto de la tripulación, un mazo que caerá sobre esas cuadrículas mentales hasta hacerlas añicos. Y cuando Paris se recupere del shock, primero sentirá una bocanada de aire fresco y luego entenderá que no solo es un alivio, sino que aquel encierro de su mente, era nocivo, tóxico para él.

En esta misión, Paris va a encontrar su hilo de Ariadna, y tirando de él encontrará una salida a su laberinto personal, el de su mente. Descubrirá que su vida no es una aventura, ni siquiera una aventura increíble, es una odisea. Así como suena, con todas sus letras. Porque todo empezó mucha antes de lo que cree, y acabará mucho después de lo que puede imaginar. Ese hilo es una larga cadena de eslabones, de causas y efectos. Descubrirá quién es él, cuál fue su proyecto olvidado, y por tanto, cuál es su objetivo, a dónde quiere ir.

2. Cuadrículas mentales

El grabado «Los chinchillas» de los caprichos de Goya ejemplifica muy bien esta paradoja sobre lo fácil que es nutrir nuestro cuerpo, y la resistencia que a menudo tenemos para nutrir nuestra mente. Con frecuencia cerramos con candado nuestro entendimiento, y alimentamos groseramente nuestra ignorancia. No permitimos que nada entre o salga de nuestros esquemas mentales, que en adelante llamaré cuadrículas mentales. Las convenciones sociales, la educación, la cultura (o incultura), pero sobre todo los medios de masas van moldeando nuestro pensamiento en una paciente labor de años, hasta que, sin darnos cuenta, quedamos encerrados en una jaula que, aun siendo de oro a veces, no deja de ser una prisión, una prisión para la mente. Nos falta la humildad para reconocer que no tenemos una idea, sino que una idea nos tiene a nosotros. Una idea, una creencia, una ideología… ha colonizado nuestro cerebro, y no sabemos, ni queremos ni podemos, prescindir de eso. Todos tenemos nuestra cuadrícula mental. En el caso de Paris, el protagonista de esta historia, su cuadrícula se ha ido estrechando sobre él hasta impedirle casi respirar. Nuestro protagonista se ahoga, pero va a tener la suerte del suplente, cuando es llamado a una misión espacial en la estación espacial que orbita Júpiter.  Y tengo que entrecomillar “suerte”, porque entendemos que, en el año 2063, hemos liquidado el azar, y nada de lo que sucede en el mundo, es casual, todo está calculado, y es fruto de la acción humana. Más aún, tratándose de una misión espacial.