LA LLAMA ESCRITA

   Entrando en mi hora bruja, bullía por dentro. De hito en hito, miraba el papel de estraza. Sin tinta ni lápiz para desahogarme, tenía ansias de estallar. Los rescoldos del hogar, más tibios que mi conciencia, me verían robarles un tizón afilado y escribir resuelto. Todo fue inútil. Las palabras que me herían prendieron, y el papel ardió. Nada quedaría de aquel mensaje de ceniza. Pero en esta maldición yo saboreé una magia que me liberó. El hombre marcado, la llama escrita. Eso era yo. 

   Desde que prendiste en mí, todo lo que escribo arde, le digo a esta voz imperiosa. La mina afilada se me hace cabeza de fósforo. Huyo del papel como de un incendio. Pero saco mis aparejos a la mar y mi red se ilumina, llamando a los que despiertan. ¡Que todo arda! Esto soy: la llama escrita.

4. Odisea

Y hablando de odiseas, viene a mí la figura de Ulises, y su periplo por las islas del mar Egeo. En la Odisea, Ulises y sus nautas deben enfrentarse a múltiples peligros y criaturas míticas. También a la hechicera Circe, que atrae a sus hombres con buen vino y mujeres, y los acaba convirtiendo en cerdos. Aunque lograra escapar a sus hechizos, no deja de ser una historia cruel. Pero imagina que, tras robarles la memoria, los dejara libres. Imagina a Ulises navegando a la deriva por los mares de Grecia, hasta llegar por azar a Ítaca, donde su esposa Penélope lo recibiría con los brazos abiertos, y celebrarían el feliz regreso durante tres días. Pero Ulises no recuerda quién es, y apenas recala en la isla y se va de nuevo. Es cruel olvidar hasta ese punto, y estar tan cerca del hogar, y pasar de largo.

Y quién no tuvo alguna vez un sueño, un proyecto, pero la inercia de la vida, las responsabilidades sociales, laborales, familiares, lo fueron posponiendo, hasta hacerle olvidar por completo aquel propósito. Esto también le ha ocurrido a Paris. Aunque esta misión va a ayudarle a recordar, encontrando un hilo conductor que unificará y dará sentido a sus memorias olvidadas. Hallará una salida al complicado laberinto en que había convertido su vida. Esto va a suponer que, una vez superada su cuadrícula mental, su rango de frecuencias se amplíe hasta abargar las notas más agudas de su «canción».

 

Paris habilitado: sinopsis

Toda vivencia humana está salpicada de orillas secretas, olvidadas. Pero la luz que reverbera en ellas es tan intensa…

H accede a la historia de Paris Duserm: un geólogo de misión en Meridian II, estación puente en Ganímedes, donde la multinacional Cosmo & Orbion  realiza prospecciones. Entre labores de rastreo, tras su ruptura sentimental, Paris vive una zozobra personal tan profunda y aguda como la que sufre la Humanidad en su conjunto. Espoleado por su crisis, Paris pone a prueba la misión cuando en una de sus exploraciones se adentra a solas en la zona de exclusión. La insólita experiencia que allí vive abre para él una ventana a lo desconocido.

Apartado de la misión, y aterrado por percepciones que lo acosan, víctima de un brote psicótico, Paris es internado en el hospital de la Meridian a la espera de ser devuelto a la Tierra.  Para su sorpresa, recibe in extremis la inesperada visita de la comandante asesora Nidiria, a su regreso de Saturno. Le promete la vigencia de un contrato vitalicio si acepta unirse a Orbion en una segunda misión en Titán. En el sí del geólogo, pesa, más que cualquier otro motivo, la inesperada noticia de la pérdida de su pareja. Ya nada le retiene en la Ti

1. El contexto de Duermevela

En verano de 2007 organicé una pequeñas vacaciones en el norte de Italia . Se trataba de un viaje turístico. La idea era conocer Lombardía, y tomando Milán como epicentro, moverme alrededor no más de 80 kms., durante 9 días.  Al norte el lago Como, y Bérgamo al sur. Cuando visité la ciudad alta de Bérgamo, dejando atrás el funicular, al pasear por aquellas calles que parecían transportarme en el tiempo a otra época, me resultó una experiencia tan evocadora que, con el piano de Ludovico Einaudi y su «Divenire» como fondo musical, me fue muy fácil imaginar a mis personajes deambular por las calles y plazas del corazón de la ciudad. Entonces tuve claro que era el lugar ideal para contar mi historia, para iniciar toda la trama que recorrería luego el lago Como y Milán, la capital del norte. Los tres, son escenarios de la novela. Aunque la historia también abarca La Spezia, y su «costa de los poetas», una región de Italia que mira al mar, donde pongo el broche final a esta historia.

6. Fragmento: Una guitarra

Giada se acercó despacio, sin hacer ruido, y vio a un anciano enjuto de barba blanca y descuidada cubierto con un sombrero puntiagudo; se apoyaba en el murete, a la sombra de un árbol desvencijado, mutilado como toda la hilera que a duras penas defendía del sol ese flanco de la plaza. El tiempo se había detenido allí, y solo la guitarra parecía pautar a su ritmo los minutos, destilando vida a una ciudad moribunda. A sus pies reposaba un bombín con algunas monedas. Giada permaneció a unos metros, inmóvil, solo escuchando las notas envolventes que parecían transportarla a un lugar remoto y vibrante. Tuvieron el mágico poder de hacer que los minutos que arrastraba el hastío volaran como instantes. La canción terminó y el viejo alzó la cabeza. Giada quiso creer que el sol filtrado entre las ramas secas había llenado de arrugas su rostro, cuando no era otra cosa que el silencio. Con él llegó un aroma, e intuyó una presencia.

   Giada entendió que era ciego.

5. Buscando el tono: el personaje

El tono habita la ciudad, la recorre. He buceado en la memoria de la ciudad (Bérgamo). He paseado por sus plazas luminosas, soleadas. He recorrido sus calles estrechas, a menudo cargadas de historia. También he buceado en sus bibliotecas y, documentándome entre sus libros he encontrado también a Pipelé: un anciano que solía tocar su guitarra entre las callejas de la ciudad alta. Era ciego. Seguro que era conocido y apreciado por los vecinos. Ahora es también un personaje de esta novela. ¿Por qué? Os preguntareis. Esta novela tiene un elemento de ficción muy consistente, que no puedo revelar. Tendréis que descubrirlo vosotros. Pero tenía que buscar un contrapeso que diera un efecto de veracidad, y apuntalar la trama con elementos que dieran credivilidad a la ficción.