EL AUTOR

                                                  RAFAEL FERNÁNDEZ CASTAÑO

   Entiendo como algo natural que quien ha dedicado buena parte de su vida a estudiar y formarse  (BBAA), practicar y enseñar  artes plásticas y audiovisuales, se decida a escribir, y publique novelas con un componente también plástico y audiovisual.

   Plástico, porque en mis novelas hay referencias a alguna obra plástica conocida, que funciona como metáfora de situación. También porque el elemento visual está muy presente, a través del color y la luz. Entran en juego, además, otros sentidos. El tacto, el olfato, los sonidos, el gusto, crean una paleta sensorial que acompaña al lector en todo momento, y le sitúa facilmente en el contexto y en la piel de los personajes.

   Audiovisual, porque al crear y recrear la trama, los párrafos, las páginas y capítulos, mi mente los combierte en escenas y secuencias, como reproducidas en una pantalla de cine. En ese sentido, son novelas fonogénicas, pensadas como referente para el guión cinematográfico.

LA LLAMA ESCRITA

   En puertas de mi hora bruja un fuego interno me inflamaba.

   A falta de tinta o grafito, quise, sobre un pliego de estraza,

soltar esta quemazón.

   Los rescoldos del hogar, más tibios que mi conciencia,

me vieron robarles un negro tizón afilado,

escribir al fin resuelto.

   Pero todo fue en vano, y entre mordaces palabras

el papel, fiel a mí, prendió. Nada llegó a quedar

de un mensaje de ceniza.

   Aunque el trance de la catarsis liberó la magia

de un hombre marcado en conciencia.

   La llama escrita me siento.

 

   Desde que prendiste en mí, todo cuanto escribo arde,

confieso a esta voz imperiosa. El lápiz se enciende.

Cae en el yugo de mis dedos.

Pero salgo a navegar y el velamen centellea,

llamando a quienes despiertan.

   ¡Que todo prenda!

   La llama escrita es cuanto soy.

4. Odisea

Y hablando de odiseas, viene a mí la figura de Ulises, y su periplo por las islas del mar Egeo. En la Odisea, Ulises y sus nautas deben enfrentarse a múltiples peligros y criaturas míticas. También a la hechicera Circe, que atrae a sus hombres con buen vino y mujeres, y los acaba convirtiendo en cerdos. Aunque lograra escapar a sus hechizos, no deja de ser una historia cruel. Pero imagina que, tras robarles la memoria, los dejara libres. Imagina a Ulises navegando a la deriva por los mares de Grecia, hasta llegar por azar a Ítaca, donde su esposa Penélope lo recibiría con los brazos abiertos, y celebrarían el feliz regreso durante tres días. Pero Ulises no recuerda quién es, y apenas recala en la isla y se va de nuevo. Es cruel olvidar hasta ese punto, y estar tan cerca del hogar, y pasar de largo.

Y quién no tuvo alguna vez un sueño, un proyecto, pero la inercia de la vida, las responsabilidades sociales, laborales, familiares, lo fueron posponiendo, hasta hacerle olvidar por completo aquel propósito. Esto también le ha ocurrido a Paris. Aunque esta misión va a ayudarle a recordar, encontrando un hilo conductor que unificará y dará sentido a sus memorias olvidadas. Hallará una salida al complicado laberinto en que había convertido su vida. Esto va a suponer que, una vez superada su cuadrícula mental, su rango de frecuencias se amplíe hasta abargar las notas más agudas de su «canción».

 

Paris habilitado: sinopsis

Toda vivencia humana está salpicada de orillas secretas, olvidadas. Pero la luz que reverbera en ellas es tan intensa…

H accede a la historia de Paris Duserm: un geólogo de misión en Meridian II, estación puente en Ganímedes, donde la multinacional Cosmo & Orbion  realiza prospecciones. Entre labores de rastreo, tras su ruptura sentimental, Paris vive una zozobra personal tan profunda y aguda como la que sufre la Humanidad en su conjunto. Espoleado por su crisis, Paris pone a prueba la misión cuando en una de sus exploraciones se adentra a solas en la zona de exclusión. La insólita experiencia que allí vive abre para él una ventana a lo desconocido.

Apartado de la misión, y aterrado por percepciones que lo acosan, víctima de un brote psicótico, Paris es internado en el hospital de la Meridian a la espera de ser devuelto a la Tierra.  Para su sorpresa, recibe in extremis la inesperada visita de la comandante asesora Nidiria, a su regreso de Saturno. Le promete la vigencia de un contrato vitalicio si acepta unirse a Orbion en una segunda misión en Titán. En el sí del geólogo, pesa, más que cualquier otro motivo, la inesperada noticia de la pérdida de su pareja. Ya nada le retiene en la Ti

1. El contexto de Duermevela

En verano de 2007 organicé una pequeñas vacaciones en el norte de Italia . Se trataba de un viaje turístico. La idea era conocer Lombardía, y tomando Milán como epicentro, moverme alrededor no más de 80 kms., durante 9 días.  Al norte el lago Como, y Bérgamo al sur. Cuando visité la ciudad alta de Bérgamo, dejando atrás el funicular, al pasear por aquellas calles que parecían transportarme en el tiempo a otra época, me resultó una experiencia tan evocadora que, con el piano de Ludovico Einaudi y su «Divenire» como fondo musical, me fue muy fácil imaginar a mis personajes deambular por las calles y plazas del corazón de la ciudad. Entonces tuve claro que era el lugar ideal para contar mi historia, para iniciar toda la trama que recorrería luego el lago Como y Milán, la capital del norte. Los tres, son escenarios de la novela. Aunque la historia también abarca La Spezia, y su «costa de los poetas», una región de Italia que mira al mar, donde pongo el broche final a esta historia.

6. Fragmento: Una guitarra

Giada se acercó despacio, sin hacer ruido, y vio a un anciano enjuto de barba blanca y descuidada cubierto con un sombrero puntiagudo; se apoyaba en el murete, a la sombra de un árbol desvencijado, mutilado como toda la hilera que a duras penas defendía del sol ese flanco de la plaza. El tiempo se había detenido allí, y solo la guitarra parecía pautar a su ritmo los minutos, destilando vida a una ciudad moribunda. A sus pies reposaba un bombín con algunas monedas. Giada permaneció a unos metros, inmóvil, solo escuchando las notas envolventes que parecían transportarla a un lugar remoto y vibrante. Tuvieron el mágico poder de hacer que los minutos que arrastraba el hastío volaran como instantes. La canción terminó y el viejo alzó la cabeza. Giada quiso creer que el sol filtrado entre las ramas secas había llenado de arrugas su rostro, cuando no era otra cosa que el silencio. Con él llegó un aroma, e intuyó una presencia.

   Giada entendió que era ciego.