QUINCE

   Tuve una vez quince años y un miedo atroz al mundo adulto. Leía en la mirada, el corazón y las palabras. Hoy soy adulto y te envidio. Frente a ti apenas he crecido en tamaño, consciencia y bagaje, con el alma atascada en los quince, resintiendo en ellos. Cualquier mundo es posible hasta entonces cuando, cargadas las tintas, dejamos de ser páginas en blanco.

SÚMMUM

Hubo entonces un silencio antes de Jonah, el hermano perdido. Lo hubo antes de Udine, el amor perdido. Hay ahora un silencio denso, inquebrantable. ¿Y qué queda por perder? Te preguntas con acierto. La respuesta lleva implícito su nombre: Paris Duserm, parada final de una odisea épica. Última máscara de incontables réplicas, cada una de ellas más elaborada y depurada que la anterior. Cuando el Paris que conocemos caiga entre sus escombros como un cascarón reseco y quebrado, de sus restos se levantará el súmmum de todas sus versiones.

NADIE

Aquí, a las puertas del paraíso, me desprendo de mis pobres pertenencias, y renuncio también a ti, quimera de mis deseos, que tantas carencias me has brindado. Sobrio ante la prueba de la esfinge, su mirada me atraviesa el alma con la voz de un temido acertijo. ‒¿Quién llama a las puertas del Edén? ‒Nadie. ‒Entra pues. El destello eterno de miles de tormentas como las vividas, fulmina mis sentidos, y Nadie entra a la eternidad.

DE LEYENDA

Han pasado años, como siglos, y vuelvo a soñar una ciudad de leyenda que no existe sino en mi.  Su arquitectura muda otra vez fachadas y cubiertas imponentes, recortadas contra un marco celeste. Trato de retener en fotos lo que nunca veré de nuevo bajo ese mismo tamiz. Retengo al despertar un sentido de admiración. Venero en secreto la intangible presencia de lo que, sin advertir, he construido en mi ser y ha de perdurar, como una leyenda. Lo que es por fuera es por dentro. En la noche como en el día. Así hablan los sueños.

GERMEN

   Nace el germen de una idea, punta de lanza de un ovillo del que ir tirando sin tirar, despacio, como el tallo crece  hasta dar sombra. Nace así la trama. Al principio no son hojas en blanco, sino escenas, pensamientos nebulosos que irán definiendo la forma corpórea de un personaje y su voz: murmullo de vivencias con las que creció. Abrirá capítulos con ellas. Su sentir dará aliento a sus iguales. Nació con él su problema vital, su impreciso desenlace. Pero dejas que haga su camino, que llene páginas de un diario imaginado. Si eres fiel a ti mismo, harás del lector su  cómplice.